La diferencia entre muerte asistida y eutanasia

El lunes 5 de octubre de 2015, California se convirtió en el quinto estado en promulgar una ley que permite la muerte asistida o suicidio asistido.


Ahora, por ley, un paciente que padece una enfermedad terminal y desea morir deberá contar con el aval de dos médicos que confirmen que, por el diagnóstico médico, a esa persona le quedan seis meses, o menos, de vida. 

El paciente debe tener la capacidad de tomar medicación por sí mismo y debe ser mentalmente capaz de tomar decisiones médicas.

Es importante aclarar que lo que hará este paciente que desea ponerle fin a su vida no es lo mismo que la eutanasia, aunque tiene el mismo objetivo: la muerte. ¿Cuál es la diferencia?

En la muerte asistida, el médico provee al paciente de la información y medicación necesaria para que el mismo paciente se quite la vida. El paciente debe tomar la medicación por sí mismo.

En la eutanasia, es el propio médico el que inyecta la dosis letal que acabará con la vida del paciente.
El derecho a morir con dignidad forma parte de la terapéutica en el final de la vida. Lo que sí está aceptado legalmente es que los médicos realicen cuidados paliativos, es decir que le den al paciente terminal medicinas que alivien su dolor y que disminuyan casi al mínimo su sufrimiento final, según explica un trabajo del Robert H. Lurie Comprehensive Cancer Center de la Universidad Northwestern. 

La Corte Suprema de Estados Unidos considera a los cuidados paliativos un derecho del paciente, pero a principios de los 90 dejó librado a los estados la decisión de aprobar o no leyes sobre la muerte digna.

En el país, Oregon fue pionero porque fue el primer estado en votar la ley en 1997. En el mundo, sólo Bélgica, Suiza y Holanda han promulgado leyes claras y abiertas sobre la muerte asistida. 

El caso que cobró mayor popularidad recientemente fue el de la joven Brittany Maynard, quien antes de tener una muerte asistida en Oregon el Día de los Muertos, el 2 de noviembre de 2014, realizó una cruzada nacional en defensa de este método y del derecho del paciente a elegir cómo y cuándo morir.

La muerte asistida por un médico (Physician-Assisted Suicide o PAS, en inglés) —también llamada muerte digna— es, para muchos, un acto de piedad, a pedido de un paciente al que le queda poco tiempo de vida, o un tiempo de vida con un deterioro físico y mental muy grandes. Las principales razones por las cuales los pacientes terminales piden morir son: una enfermedad dolorosa, la futura pérdida de las facultades mentales, la indignidad de verse postrados y no querer ser una carga para otros.

El mismo trabajo de la Universidad Northwestern explica que la espiritualidad ocupa un lugar muy grande en el final de la vida de muchos pacientes, quienes sienten que no están desafiando a Dios al querer quitarse la vida.

El Death with Dignity National Center, una organización sin fines de lucro con sede en Oregon que promueve la muerte asistida, explica que, antes de decidir la fecha de la muerte, los pacientes deben firmar una "decisión informada" que es distinta al "consentimiento informado" que se da por ejemplo para autorizar una cirugía.

El paciente debe firmar esta "decisión informada" luego de entrevistas con su médico, con otros especialistas, incluido un psiquiatra quien evalúa que la persona tiene sus facultades mentales plenas, para tomar esa decisión.

Actualmente la medicación que más se utiliza para el proceso de muerte digna es Secobarbital. Pentobarbital es la segunda opción. Se prescriben 9 miligramos que el farmacéutico prepara, recomendando tomar la medicina con un jugo por su sabor amargo. Es una única toma, con el estómago vacío para facilitar la absorción.

Los pacientes también deben tomar, una hora antes de la medicina letal, una medicina para prevenir vómitos y diarreas, que pueden anular el efecto del secobarbital.

Desde que se legalizó el suicidio asistido en Oregon, 460 personas han elegido el camino de la muerte digna. El 80 por ciento de estos pacientes padecían formas de cáncer agresivas e irreversibles. El 75 por ciento tenía entre 55 y 84 años.

Aún así, la muerte puede hacerse esperar, tras tomar la medicación pueden pasar de 2 minutos hasta cuatro días y medio para morir.

En general, los pacientes deben seguir los siguientes pasos:

Tomar la decisión junto con su médico (el protocolo indica que deben ser varias sesiones en donde se discuten aspectos tan diversos como la opción de cuidados médicos si el paciente decide seguir viviendo hasta los costados espirituales de la decisión)

Decidir qué droga se va a tomar

Realizar interconsultas con distintos especialistas

Llenar por lo menos 15 formularios con datos personales y para fundamentar la decisión 

Retirar el medicamento en la farmacia

Almacenarlo en frío hasta el momento de tomarlo

Tomarlo y esperar el momento de la muerte, que suele ocurrir pocas horas después de consumirlo.

Comentarios

Entradas populares