¿Conoces a estos ácaros? Pues caminan por tu cara cada noche
Un estudio médico acaba de descubrir que el 100% de los adultos son víctimas de estos pequeños seres
¿Te dice algo el nombre Demodex? Bien, pues según un nuevo estudio, el rostro del 100% de los adultos acoge a cientos de estos ectoparásitos de ocho patas e invisibles a los ojos, los cuales (pese a que les repugne) son en realidad arácnidos pertenecientes a la subclase de los ácaros.
Caminan por tu cara a una velocidad de 10 milímetros por hora, se esconden en tus poros (el lugar en el que además ponen sus huevos) y probablemente se alimentan de tu sebo. ¿Las buenas noticias? No tienen ano, ya que almacenan sus heces en unas células especiales del intestino.
Pese a que hace bastante tiempo que se tiene constancia de lo súmamente comunes que son estas criaturas microscópicas, hasta ahora los biólogos creían que había adultos "libres" de estos pasajeros. Sin embargo, en un reciente estudio cuyos resultados acaban de publicarse en PLOS One, la estudiante de biología de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, Megan Thoemmes, acaba de descubrir que su presencia podría afectar al 100% de los adultos.
En su trabajo, Toemmes encontró ADN de estos ácaros -en realidad convivimos con dos especies- en los rostros del total de la muestra estadística: 253 personas. Esto sugiere que los ácaros podrían ser habitantes universales de todos los adultos del planeta (los humanos nacemos sin ellos).
Hay pocas diferencias físicas entre las dos especies de ácaros de la piel humanos, si bien cada especie tiene sus preferencias. Los ejemplares de Demodex folliculorum viven en los folículos del pelo y poros de la nariz, frente, mejilla, barbilla y pestañas. Viven cabeza abajo, alimentándose de la secreciones sebáceas de los poros, y probablemente también de la piel muerta.
Con un tamaño de apenas 0,5 milímetros y un aspecto similar al de una oruga transparente y alargada, han co-evolucionado junto a su huesped humano y de hecho no podrían vivir sobre ninguna otra criatura, de modo que su forma es perfecta para adentrarse en nuestos poros.
La otra especie de ácaro, con un tamaño algo menor, recibe el nombre de Demodex brevis y prefiere vivir en tus glándulas sudoríparas.
Lo más curioso con respecto a esta segunda especie es que el ADN de los ácaros recogidos en el rostro de habitantes de China, o de América del Sur, poseen diferencias genéticas que los hacen fácilmente distinguibles entre sí.
Este fenómeno podría convertirlos en una herramienta ideal para rastrear las oleadas de migraciones históricas que la especie humana realizó para colonizar el planeta, que comenzaron en África hace unos 100.000 años.
De hecho, Thoemmes cree que es probable descubrir nuevos linajes del Demodex brevis a medida que se estudie el ADN de ejemplares recopilados en humanos que habiten otras regiones geográficas.
Me vana perdonar la ocurrencia, pero si lo piensan, estas dos especies de parásitos con las que tenemos una interacción tan íntima (tranquilos, su naturaleza es generalmente benigna), son sin duda alguna los primeros invertebrados que llegaron a la luna.
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