El botox ya es cosa del pasado

La lucha por la eterna juventud, o al menos por conservar el aspecto joven, no es algo nuevo. Desde Cleopatra y probablemente antes, el aspecto físico ha sido un tema importante para muchos y especialmente para muchas.


Hoy en día uno de los tratamientos más “populares” para combatir el paso del tiempo es el llamado botox. 

El botox no solo es peligroso sino que ya es cosa del pasado. Ahora un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv ha ideado una técnica no invasiva que aprovecha pulsos de campos eléctricos para estimular el tejido de la piel.

Antes que nada vale la pena entender un poco mas que es el “Botox”. La toxina botulínica, también llamada «botulina», es una neurotoxina elaborada por una bacteria denominada Clostridium botulinum. Se trata de uno de los venenos más poderosos que existen.

La marca comercial más conocida de esta forma de toxina botulinica cosmética es Botox®, medicamento producido y registrado por la empresa Allergan, Inc. de Irvine, California, que obtuvo la aprobación oficial en EE.UU en abril de 2002, para uso estético.

El bótox es el material más utilizado para mejorar temporalmente las lineas de expresión de la piel y dejarla tersa y suave, cuyo nombre genérico es onabotulinumtoxinA o toxina botulinica tipo A, que se encuentra de forma natural en nuestro cuerpo. Es segregada por la bacteria responsable de bloquear la actividad nerviosa en los músculos, por lo que únicamente es necesario sintetizarla para aplicarla en dosis mayores.

Además del uso estético tiene muchas aplicaciones más en medicina, relacionadas con problemas de desordenes nerviosos como espasmos musculares, tics, dolor lumbar y sudoración excesiva.

Como agente de intoxicación o envenenamiento produce el botulismo, enfermedad que se caracteriza por el desarrollo de alteraciones vegetativas (sequedad de boca, náuseas y vómitos) y parálisis muscular progresiva que puede llegar a ser causa de muerte al afectar la función respiratoria.

Como arma química o biológica es considerada extremadamente peligrosa y arma de destrucción masiva, prohibida por las Convenciones de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas.

La capacidad que posee la toxina botulínica para producir parálisis muscular por denervación química se aprovecha para usarla como medicamento en el tratamiento de ciertas enfermedades neurológicas y como producto cosmético para tratamiento estético de las arrugas faciales.

Más allá de las promesas cosméticas que vemos por ahí, han salido a la luz algunos desastres que estos tratamientos han hecho en los rostros de algunas figuras muy populares.

Ahora un equipo de investigadores de la Universidad de Tel Aviv y de la Escuela de Medicina de Harvard ha ideado una técnica no invasiva que aprovecha pulsos de campos eléctricos para estimular el tejido de la piel.

La nueva técnica, utilizando pulsos de microsegundos de alto voltaje, con campos eléctricos no térmicos, produce una piel rejuvenecida y sin cicatrices y puede revolucionar el tratamiento del envejecimiento de la piel y las enfermedades degenerativas de la misma.

“La tecnología de campo eléctrico pulsado tiene muchas ventajas, que ya han demostrado su eficacia, por ejemplo, en la conservación de alimentos, la extirpación de tumores y la desinfección de heridas”, dijo el experto en bioingeniería Alexander Golberg, quien dirigió el estudio en nombre de laEscuela de Estudios Ambientales Porter de la UTA.

“Nuestra nueva aplicación puede impulsar la secreción de colágeno nuevo y capilares en áreas de la piel problemáticas,” Golberg continuó. “Teniendo en cuenta que, en la era moderna del envejecimiento de la población y el cambio climático, las enfermedades degenerativas de la piel afectan a uno de cada tres adultos mayores de 60, esto tiene el potencial de ser un “jugador clave” en el futuro de los tratamientos de la salud.”

Se estima que los estadounidenses gastan unos USD 10 mil millones al año en productos y cirugía para rejuvenecer la piel del envejecimiento, pero la mayoría de las soluciones son temporales. Las toxinas botulínicas, tales como Botox, “arreglan” las arrugas cuando se inyectan, pero no proporcionan una respuesta permanente a la flacidez de la piel. Por otra parte, la toxina lleva muchos riesgos, algunos neurológicos.

Otras terapias actuales para rejuvenecer la piel usan diversos métodos físicos y químicos para alterar células de la piel y la matriz extracelular, pero pueden causar cicatrización y evitar otros efectos secundarios no deseados.
Los campos eléctricos pulsados han demostrado que pueden transforman solamente la membrana celular, preservando la arquitectura de la célula externa y la liberación de varios factores de crecimiento para provocar crecimiento de nuevas células y tejidos.

Al inducir defectos nanométricos en las membranas celulares de las ratas de laboratorio, los investigadores encontraron que los campos eléctricos causaron la muerte de un pequeño número de células en las zonas afectadas. Los factores de crecimiento liberados aumentaron el metabolismo de las células restantes, generando nuevo tejido.

“Hemos identificado en ratas los parámetros de campo específicos de impulsos eléctricos que conducen a la proliferación prominente de la epidermis, la formación de la microvasculatura, y la secreción de nuevo colágeno en las áreas tratadas y sin cicatrices”, dijo Golberg.

El estudio, publicado recientemente en Scientific Reports, se llevó a cabo en colaboración con sus colegas del Centro de Ingeniería en Medicina en el Hospital General de Massachusetts, la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Shriners Burns, en Boston.

En la actualidad, el equipo de investigación se centra en el desarrollo de un dispositivo de bajo costo para su uso en ensayos clínicos para probar la seguridad y eficacia de la tecnología de pulso en los seres humanos.

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