Maya, hija del dolor y la esperanza en la cárcel de Sudán

La corte de la capital sudanesa, Jartum, la acusa de dos crímenes: apostasía y adulterio, por haberse convertido al cristianismo y por casarse con un cristiano


Wani Daniel, el ciudadano norteamericano, esposo de Meriam Ibrahim, ha declarado a The Telegraph en una entrevista reciente que está indignado por el trato que recibe su esposa mientras está en la prisión de mujeres de Omdurman, en el norte de Jartum, Sudán. "La mantienen con las piernas encadenadas”.

Tras nacer la hija de esta pareja, de fe cristiana ortodoxa, le han puesto por nombre Maya. Ellos tienen otro hijo de dos años.

Wani explica que los primeros días las autoridades locales se negaron a permitirle ver a su hija, pero ya le permiten la entrada en la cárcel, y por algunos breves momentos pudo estar junto a su esposa y su hija.

Sin embargo, es una experiencia extremadamente agridulce para ambos padres, especialmente para Meriam que vive con la posibilidad de no ver crecer a su hija, si se ejecuta la condena a morir ahorcada, que pesa sobre ella por creer en Jesús.

La corte de la capital sudanesa, Jartum, la acusa de dos crímenes: apostasía y adulterio, por haberse convertido al cristianismo y por casarse con un cristiano. Por apostasía recibirá la pena de muerte, por adulterio, cien latigazos.

La corte acordó también retrasar la ejecución hasta dentro de dos años, para que pudiera dar a luz y amamantar a su hijo. Después, será ejecutada salvo que la apelación que se va a poner en marcha logre cambiar la sentencia.

Según las leyes musulmanas, el matrimonio entre alguien que sea musulmán y otra persona cristiana no es reconocido legalmente y por tanto los hijos de ese enlace son considerados ilegítimos. Ésta es la razón por la que el otro hijo de la pareja, de tan sólo 20 meses, también ha sido encarcelado.

Su marido no ha sido condenado por falta de pruebas y porque es cristiano de origen y se casó con ella cuando ya se había convertido, siendo además de nacionalidad norteamericana. La mujer es hija de un musulmán, pero fue educada por su madre, procedente de Níger, en la religión cristiana. El jurado la considera musulmana, ya que la religión se transmite a través de la figura paternal.

A Meriam le dieron la oportunidad de seguir con vida si renunciaba a su fe en Cristo y volvía a declararse musulmana, pero ella rechazó esta posibilidad que le ofrecía la Sharía (ley islámica).

"Si me quieren ejecutar, que lo hagan, pero yo no voy a renegar de mi fe", declaró ante el juez. "Me niego a renunciar a Jesús sólo para poder vivir. Sé que si lo hiciese conservaría la vida, y que declarándome musulmana y lograría vivir para poder cuidar de mi familia, pero por encima der todo debo ser fiel a mí conciencia”, añadió.

Daniel está impresionado por la firmeza de su esposa, diciendo que “ni siquiera se acobardó cuando escuchó su sentencia a muerte”.

"Mi esposa es muy, muy fuerte. Ella es más fuerte que yo. Cuando escuché la condena a muerte, rompí a llorar, tanto que nuestros abogados me pasaron sus pañuelos. Pero ella se mantuvo fuerte, ni se inmutó ante los jueces. Era increíble verla", explicó.

Campaña #SaveMeriam

Su condena a muerte ha provocado la reacción de toda la comunidad internacional y de varias ONGs, entre ellas Amnistía Internacional , el Centro Americano para la Ley y la Justicia (ACLJ) o Solidaridad Cristiana Mundial (CSW) que están realizando campañas de firmas y envío de cartas a las embajadas de Sudán pidiendo su liberación inmediata.

Sudán es un país principalmente musulmán y el estado impone la ley sharía, por la cual se condena todo comportamiento alejado del Islam. El sur del país, independiente desde 2011 bajo el nombre de Sudán del Sur, es de mayoría cristiana.

Cortesía de: Mundo Cristiano

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