Un monasterio de 3.700 años de historia perdido en el Himalaya

Está en Rumtek, en una de las regiones más tranquilas, de menor pobreza y mayor alfabetización


El pueblo es vecino a Gangtok, capital de Sikkim, y está dentro del predio de la Gompa, un emplazamiento que funciona tanto como fortificación y formación monasterial, cuyo diseño emula los mandalas geométricos, que tiene su recinto central de oración con una estatua de Buda y los bodhisattvas a su lado. 

Sus paredes están revestidas por bellos thangkas (tapices o banderas budistas de seda) y en su derredor hay bancos bajos donde los monjes cantan los rezos que leen en largas y angostas hojas escritas en tibetano y sus cantos rebotan en las montañas del Himalaya mientras toman un té de leche fermentada de yak.

Para entrar a la Gompa hay que atravesar esas típicas puertas de los templos búdicos que invitan a recorrer las escasas calles vestidas de banderitas de colores que rezan una y otra vez, en sánscrito o tibetano, el mantra Om Mani Padme Hum. 

Según dicen, hay más de 80 versiones del mantra, pero con sólo repetir el fonema Om se puede lograr una próspera meditación, y la idea de que el texto flamee constantemente es para que el viento esparza el mantra y se difunda por todos lados y llegue hasta donde sólo el viento pueda hacerse escuchar.

A Rumtek se puede llegar temprano por la mañana, luego de desayunar en Gangtok y viajar en jeep una hora y media por montañas cubiertas de árboles que dan blandura a lo escarpado del paisaje y evitan miedos al vacío, al semejar una esponja verdosa de hojas acolchadas que contiene la mirada hacia el precipicio. Si se llega a Rumtek al mediodía es aconsejable un sabroso almuerzo, como una tshupka, que es una sopa de vegetales y fideos, o unos momos vegetarianos con salsa picante, uno de los platos más apetecibles en el noreste indio y muy similar a las empanaditas chinas al vapor al estilo wan tan, muy comunes también en Nepal.

Rumtek no es pequeño, es mínimo, es de esos pueblos a los que da gusto llegar porque uno no se pierde, incluso antes de caminarlos, se dejar recorrer con la vista y hay una contención compartida entre la mirada y el lugar, como algo mutuo. Como casi todo en Sikkim, se encuentra bien dispuesto sobre una montaña, así que la mirada es dinámica y curiosa, pero sin ansia, y a diferencia del resto de India, caracterizada por un fuerte hinduísmo, su hábitat musulmán hacia el noroeste y la dureza sikh, es más silencioso y despoblado.

Desde que uno se mueve hacia las montañas del noreste, una vez que se llega a Darjeeling y continúa el ascenso, pegado a Buthan, Nepal y la frontera china, encuentra una India más calma. Sikkim es una de las zonas más ricas del país, tanto en recursos naturales como en industria, tiene la tasa de alfabetización y escolaridad más alta del país, el desempleo y la pobreza más bajas y es la zona más limpia y con mayor conciencia ecologista. Otra de las herencias de la cultura búdica es la austeridad en todo, en la arquitectura, la personalidad social, la limpieza de las calles, el orden de lo establecido y el silencio de montaña.

La vida en Rumtek está articulada por la nueva y la vieja Gompa, que marcan el trazado de su calle principal, con ambos templos budistas de una belleza delicada y una sobriedad de ébano. La nueva Gompa, reconstruida luego del terremoto de noviembre de 2011, es un importante complejo de viviendas, templos y una stupa dorada, donde los monjes más ancianos que viven en el antiguo monasterio reciebn a los monjes más ancianos de la antigua Gompa, para impartir clases, dharmas, a los más jóvenes.

Por el camino montañoso, a finales de febrero Sikkim empieza a florecer y se llena de bolitas amarillas, violetas, rojas bermellón, del color de las túnicas de los monjes, y anuncia la pronta llegada de la primavera. Por los caminos del pueblo, rumbo al viejo monasterio, se ven las huertas orgánicas trabajadas por monjes y lamas, y a pocos pasos del edificio está el cementerio budista, diagramado como la síntesis de los mantras del Bardo Thodöll, el Libro Tibetano de los Muertos, una de las lecturas más avanzadas en la carrera de los monjes.

En el centro del cementerio se encuentra la pira donde se realizan las cremaciones y, alrededor, distintos lugares para las cuatro diferentes pujas. Durante la ceremonia de cremación, el Lama lee el Bardo al muerto para conectarse con su espíritu, lo que puede durar desde tres horas hasta siete días enteros. Los cementerios budistas son los lugares esenciales para practicar la meditación y el estudio en el marco de esta cultura.

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